sábado, 1 de noviembre de 2014

La fuerza de la hibris

“El alma humana sin cesar aparece modificada por sus relaciones por la fuerza, arrastrada, cegada por la fuerza que sufre... los que saben discernir la fuerza, hoy como antes, en el centro de toda historia humana, encuentra en él el más bello, el más puro de los espejos”. Así como Simone Weil lo afirma, los personajes del teatro griego se caracterizan por estar invadidos por una fuerza quizás superior a ellos, una fuerza que les domina y les lleva a realizar los actos más heroicos acompañados de un nefasto y único destino, su tragedia.

Cada acción es decisiva para los personajes. Su vulnerabilidad se mezcla con la exasperación de lo correcto y lo prohibido, de su deseo y su deber, se mantienen en constante lucha con sus sentimientos: la virtud entra en conflicto con la virtud. Cargan con ellos uno furia que desatan al desafiar el orden cósmico que les impide conseguir la “paz” consigo mismos y su entorno, sin importar cuánto tengan que sacrificar porque su hibris lo vale todo, incluso la muerte. 

A los dioses y a los hombres los aquejan las mismas pasiones, en la Ilíada los dioses intervienen con los mortales a veces para beneficiarlo y otras para perjudicarlos. En Antígona no se observa intervención divina directamente, sino que se representan a través de las pasiones de los personajes. En ambas obras se produce un aire de fatalidad que crea terror en el espectador, producto de la hamartía cometida por los agones, lo cual se purifica con la llegada de la catarsis. El héroe sobresale porque le genera placer ser exitoso: Aquiles siente placer al luchar en la guerra, ser el de los pies ligeros; Antígona siente placer al cuestionar el sistema y enterrar a su hermano.

Al final, en su agonía, estos desencadenantes de la tragedia lo que buscan es la piedad y el perdón, porque cometieron la falta social sin saberlo ellos mismos y afectaron a una multiplicidad de terceros. Aquiles y Antígona guiados por el impulso de sus pasiones, desencadenaron la tragedia y lo que desean es la piedad no tradicional.  

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